Por Redacción Entrevías Studio
En un país donde la expresión artística a menudo se enfrenta a la censura implícita de la intolerancia, la banda colombiana Narcocracia reafirma con voz firme que el arte debe ser libre y plural. Así lo expresaron sus integrantes en una entrevista con Entrevías Radio, luego de haber sido víctimas de una violenta agresión durante una presentación en la ciudad de Manizales.
La banda, formada en 2020 en medio de la pandemia, se ha consolidado como un proyecto comprometido con el pensamiento crítico, la pluralidad y la denuncia social a través de una propuesta musical que transita entre el metal y el rock, y que se alimenta de la diversidad de voces de sus integrantes. Con tres discos, un libro, dos discos en vivo y más de 80 presentaciones en su haber, Narcocracia no es una agrupación improvisada. Su mensaje ha sido trabajado con disciplina, coherencia y profundidad."
Nosotros no somos una banda panfletaria, no estamos adscritos a ninguna ideología política. Somos anti-hijueputas, como decimos aquí. Vamos contra todo lo que está mal: la corrupción, la desigualdad, la violencia, la ignorancia", declaró Leandro, vocalista de la banda. A su lado, sus compañeros ratifican que cada canción es un ejercicio de reflexión que no busca imponer una verdad única, sino cuestionar los discursos oficiales, visibilizar lo que se quiere callar y abrir espacios de diálogo.
El incidente que los puso en el centro del debate público ocurrió al finalizar su actuación en Manizales. Un asistente al concierto, visiblemente alterado, atacó al vocalista con una botella, dejándolo con heridas profundas cerca de la aorta. Las razones, explican los músicos, fueron un supuesto desagrado del agresor ante su presencia en un evento donde también tocaba una banda de culto del black metal. "Nos llamó maricas, hijueputas, dijo que era una falta de respeto que teloneáramos a esa banda. Al parecer, se sintió ofendido por nuestra estética y performance. Fue un acto de odio", detallan.
Este acto de violencia, más allá de la gravedad del ataque físico, reveló un problema profundo en algunos sectores de la escena musical: la intolerancia hacia lo diferente. "La música no puede convertirse en una secta. El arte no debe pertenecer a un grupo cerrado, ni excluir a quien piensa distinto. Nuestra propuesta es satírica, plural, y busca generar pensamiento", afirman.
Pese a la agresión, los integrantes de Narcocracia no buscan victimizarse. Agradecen el apoyo masivo que han recibido en redes y en medios, pero se esfuerzan en dejar claro que su trayectoria ha sido fruto de años de trabajo constante. "Lamentablemente, muchos nos conocieron por este hecho, pero venimos construyendo desde hace tiempo una propuesta sólida. Esta situación no nos define, pero sí deja reflexiones urgentes sobre cómo debemos proteger a los artistas y a los espacios culturales".
Uno de los puntos más fuertes de su mensaje es la necesidad de garantizar la seguridad en los escenarios, no solo desde la logística, sino también desde la conciencia colectiva. "Los artistas estamos muy expuestos. Es urgente que haya protocolos claros para reaccionar ante situaciones de agresión. Que no se vuelva costumbre mirar para otro lado. Que las bandas y los promotores sepan qué hacer y se cuiden entre sí", enfatizan.
Pese al miedo y la ansiedad que dejó el incidente, Narcocracia no se detiene. Ya trabajan en su cuarto álbum, en el que seguirán explorando nuevas temáticas con madurez y firmeza. Además, preparan un concierto especial para celebrar sus cinco años de existencia y esperan poder llevar su música a nuevas ciudades y países. "Queremos todo: los premios, los escenarios, el público. Queremos que nuestra música llegue y deje huella. No buscamos imponer, sino proponer. El arte es de todos y para todos".
Finalmente, los músicos hacen un llamado a la empatía y a la construcción de una cultura de respeto. "Podemos pensar distinto y seguir compartiendo. No hay que agredir al otro por ser diferente. La pluralidad es la base de una sociedad sana. Que el arte nos una, no que nos divida".
Con valentía, coherencia y pasión, Narcocracia nos recuerda que la música es un espacio para disentir, para pensar y para sanar. Y que en tiempos de intolerancia, la libertad de expresión no solo es un derecho, sino una necesidad vital para que el arte siga siendo libre y plural.